Próximo día 15 de Mayo en la Caja Rural del Sur de Huelva se inaugura la exposición La memoria del tiempo de Antonio Belmonte que permanecerá hasta el 18 de junio.
Antonio Belmonte Bonilla, es un pintor nacido en 1952 en Huelva (España). Formado en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, desde los años 70 lleva mostrando su enorme talento como pintor e ilustrador. Su obra está guiada por convicciones propias alejadas de toda moda. Su espíritu es individualista, casi romántico y ha alzado a Belmonte como pilar fundamental dentro de la pintura andaluza de su generación.
Desde 1980 ha realizado numerosas exposiciones en España, pero su obra ha podido ser también apreciada en galerías de todo el mundo. Antonio Belmonte ha expuesto en ciudades como París, Nueva York, Chicago, Oporto, Buenos Aires o Caracas.
La luz se torna en protagonista principal de la obra de Antonio Belmonte. Una luz de ligereza sutil que transita por la imagen jugando con las formas, desvelándolas u ocultándolas y creando atmosferas misteriosas, casi mágicas.
En sus ya cuatro décadas de producción pictórica, el paisaje es un tema recurrente. A través de un concepto universal como la naturaleza, el pintor consigue acceder a la emoción humana y la libertad explorando su esencia. Este camino le lleva a transitar en lo formal, desde lo figurativo y lo simbólico, hacia una representación casi abstracta. Así, las formas son más sugeridas que mostradas, entre brumas cromáticas que se diluyen en espacios etéreos.
INCITADO POR LO QUE NO ESTUVO
Si la fascinación pudiera condensarse mientras se eriza el vello en la contemplación, el nombre sería complejo, pero la explicación sana y sencilla: el eterno presente en las obras de Belmonte.. La categoría de las imágenes, no solo pictóricas, sino también tan matéricas como el bronce o la piedra, es la de aquellas esencias que por ser verdaderas no pueden resultar ni atacadas ni destruidas, o sea, Eternas. Quizás, mejor expresado, ya que pertenecen como ideas que son a la Mente Suprema, su esfera perenne es la Infinitud.
Dado que la expresión de Belmonte es el continuum espiritual con el que aparece la materia, su tiempo es simultáneo, sin saltos, como esteros que se ensanchan y vierten su condición etérea, con gozo, en la esencia primigenia que se repite sin pudor ni tibiezas. Y
si hay memoria es en virtud de esa sincronía de vivencias que lo unifica todo, en sentido humano, en ese tiempo que pareciendo estar, siempre permaneció ausente.
Javier Berrio
